Aunque el melanoma no es el cáncer de piel más frecuente, es una patología que aparece muchas veces entre las dudas que una persona puede tener cuando se plantea someterse a un tratamiento de depilación láser.
El riesgo del melanoma es algo que preocupa a muchas personas que tienen lunares y acostumbran a exponerse a las radiaciones solares. Y es que este melanoma es el cáncer de piel más común, y se suele detectar por la observación de los cambios en ciertas manchas.
A menudo tenemos la falsa creencia de que la exposición lumínica a cualquier fuente puede derivar en el hecho de que un lunar se malignice. Al asociar el láser a este tipo de fuentes, podemos llegar a la desacertada conclusión de que la depilación láser puede derivar en el desarrollo de estos lunares malignos. Nada más lejos de la realidad.
Hay que decir que el melanoma es un tumor de las células que produce el pigmento que hace que nos pongamos morenos y nos bronceemos. Lo más típico es un lunar que empieza a comportarse de forma extraña, alterando lo que los dermatólogos llaman el ABCD (Área, Borde, Color, Diámetro). En general se presenta en casi todo el mundo, en especial en personas de piel blanca (curiosamente, siendo Australia el primer país en este tipo de tumores debido al tipo de piel de su población blanca y a la desaparición de la capa de ozono en esa zona. Además, resulta muy interesante que la población nativa de esa tierra, los aborígenes, es el único grupo de la raza humana que no tiene reportado un caso de melanoma). Dado su extensión rápida y sin signos, es muy importante la revisión dermatológica anual de todo aquel que tenga lunares expuestos.
Recientes investigaciones demuestran que este tumor tiene un gran componente genético y hereditario, esto quiere decir que es muy importante tanto la historia familiar como el componente de «programación» de nuestras células. Apoyando este dato, es importante notar que el melanoma puede aparecer en zonas no expuestas al sol, como mucosas, planta del pie o retina.
En verdad, la exposición lumínica que puede provocar la alteración de un lunar y convertirlo en maligno es aquella que procede de las radiaciones ultravioletas provenientes de la luz solar o emuladas por sistemas de bronceado que nada tienen que ver con las de una depilación llevada a cabo por dermatólogos con tecnología láser. La luz del láser de diodo no irradia este tipo de gama ultravioleta B o UVB. Sus frecuencias están absolutamente controladas y oscilan generalmente entre los 755 nanómetros y los 810, dependiendo del tipo de tecnología.
Debemos tener en cuenta que uno de los indicadores más evidentes de la calidad de los equipos que se están utilizando, en la que radica un alto porcentaje de la seguridad en la depilación, es el precio de las sesiones.
Difícilmente pueden cuadrarnos ciertas ofertas cuando un equipo de calidad puede suponer una inversión de más de 100.000 euros, como bien indica la Academia Española de Dermatología y Venereología al advertir del peligro de algunas promociones injustificables que podemos ver atractivas. Pero, en su mayoría, estas ofertas son lanzadas por centros sin ningún soporte médico cualificado detrás, y que utilizan equipos que no poseen las garantías necesarias.
Es cierto que, en cualquier proceso de depilación láser, los pequeños lunares pueden estar sometidos a la incidencia de la luz, y si estos no se tapan se desencadena un proceso inocuo de transformación de los mismos por decoloración.
Este suele consistir en una primera fase de oscurecimiento del lunar para un posterior aclarado del mismo que, en algunos casos, lo hace ser prácticamente invisible.
En realidad, cuando la depilación láser es llevada a cabo por un equipo especializado de dermatólogos, con un profundo conocimiento de los tipos de lunar, un perfecto protocolo a aplicar en el proceso y los mejores equipos, no debemos preocuparnos.
En primer lugar, la depilación con técnicas de láser en estas condiciones supone una revisión exhaustiva del cuerpo y sus zonas vellosas. En esta exploración se detectan perfectamente aquellos lunares que pueden presentar características que indiquen su probabilidad de ser malignos. En este caso, el médico sugerirá una mejor valoración del mismo.
En segundo lugar, a pesar de que el tipo de radiación lumínica del láser no afecta en absoluto a la posible malignización de un lunar, el médico procederá a tapar o cubrir los mismos con apósitos y protectores que evitan la incidencia directa de la luz láser.
Por supuesto que también hay que tener en cuenta la posible malignización de las células por la luz solar, en especial por la radiaciones ultravioletas B (UVA-B). Es aquí donde es muy importante hacer la diferenciación entre la luz solar y el láser. El sol, es una estrella que produce una radiación luminosa en toda su gama de frecuencias (infrarrojo, UVA, etc…), mientras que el láser sólo produce luz en una determinada frecuencia (755nm en caso de Alejandrita, 805 si es diodo).
Otra cosa es la propia acción del láser sobre lunares y demás entidades pigmentadas en la piel. No hay que olvidar la acción directa del láser sobre la melanina, es decir, la capacidad de absorción de la energía cuanto más oscuro sea el objetivo. Así, nuestro principal peligro con los lunares y el láser es la posibilidad de disparar a uno en pleno centro y debido a la absorción enorme de energía provocar una quemadura importante. Es por ello que en cabina es normal que se pinten los lunares con un lápiz blanco, para, digamos, «esconderlo» del láser.
Así, al producir una luz en una única dirección, con una única longitud de onda y que sabemos no produce malignización celular directa, tenemos la seguridad casi absoluta de no poner en peligro la salud celular de nuestros pacientes.
Lo cierto es que, aun en el peor de los supuestos, la incidencia de la luz láser sobre un lunar no benigno no implica su transformación. Todo lo más que puede llegar a producirse es que una mala aplicación provocase una ligera quemadura si el lunar no se protege adecuadamente.
Esto es debido a que la luz del láser es absorbida por las partes oscuras. Este es el principio de su actuación sobre el vello. Si el lunar no se tapa adecuadamente, al ser más oscuro que la piel, la luz se absorberá con mayor rapidez y profundidad en este punto, pudiendo provocar esta clase de lesión leve.
Sin embargo, una correcta aplicación por profesionales, la graduación adecuada de los equipos y que todo el proceso y tecnología cuente con medidas y protocolos de seguridad estrictos garantiza la efectividad del tratamiento de los lunares y su inocuidad. Podemos resolver las dudas de cualquier lector que quiera ponerse en contacto con nosotros. Tenemos las clínicas de depilación láser mejor equipadas y más fiables del sector tanto en Madrid (Depilación láser en Madrid), Barcelona (Depilación láser en Barcelona) y Sevilla (Clínica depilación láser en Sevilla).
MADRID Goya 7 - Nº Reg. Sanitario: CS15283
BARCELONA Pº Gracia 44 - Nº Reg. Sanitario: E08746991
SEVILLA Av. Constitución 40 - Nº Reg. Sanitario: NICA 32272
Contenido revisado por el equipo médico de Corporación Capilar - Última modificación 27/12/2022
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Contenido revisado por el equipo médico de Corporación Capilar - Última modificación 01/02/2023