¿POR QUÉ DEPILAN LOS LÁSERES?
La noción básica de lo que es un láser es muy sencilla. Mientras que la luz que percibimos se desplaza en todas direcciones simultáneamente, como por ejemplo, cuando encendemos la luz del salón e ilumina toda la habitación; el láser, sin embargo, sigue una dirección lineal, el famoso rayo láser de las películas. Pero eso es el concepto genérico de láser.
Láseres hay muchos. Lo mismo sirve para leer un CD como para enviar información a la estación orbital MIR. En medicina su uso se ha extendido a todos los rincones de sus especialidades, pero es quizás es en dermatología y medicina estética dónde se ha extendido más su uso.
Después de todo, tanto la dermatología como la medicina estética son dos especialidades en las que el objeto de su tratamiento está a la vista y se accede a éste de manera externa. Así, el tratamiento láser es sencillo, cómodo y muy seguro.
El láser, como toda luz, necesita de un objeto diana, esto es, necesita algo que pueda ver. En terminología médica, esto es un cromóforo. El principio es parecido a las emisoras de radio, si sintonizo una, al puedo escuchar; con el láser, parecido, según la longitud de onda trataré mejor cromóforo que otro.
Si queremos tratar unas varices, este cromóforo será la sangre en éstasis, si queremos quitar manchas, será la piel pigmentada. En el caso de la depilación el objetivo es el pelo, y más concretamente, la melanina.
Ahora bien, la melanina da color al pelo (de ahí que el láser, actualmente, sólo sirva para tratar pelos oscuros o castaños, no blancos ni rubios), pero también a la piel. En realidad el gran éxito del láser es ser capaz de eliminar el pelo sin hacer daño a la piel.
¿Cómo conseguimos esto? Es así gracias a un concepto llamado relajación térmica. Según la longitud de onda del láser se consigue calentar el pelo y que esa energía llegue al folículo antes de que el calentamiento de la piel llegue a un punto crítico.
A eso ayuda (y mucho), el sistema de enfriamiento que lleve el láser. Este quizás es uno de los detalles que más sorprenden a un paciente en su primera sesión de depilación. ¿Para qué enfriar la piel? Pues de esa manera se consigue que la relajación térmica de la piel aumente, ya que parte de una temperatura muy inferior y así tarda mucho más en llegar al punto tal que cause daño. Es además una manera muy útil de hacer que la sesión sea menos molesta.
Así, usando intensidades adecuadas, es difícil hacer daño a la piel y sin embargo que la energía llegue al pelo.
Pero una vez que la energía llega al pelo, ¿ya está?
No, en realidad el pelo no nos interesa como objetivo, si no como medio para llegar al folículo, último gran objetivo de la depilación. Aunque acabemos con el pelo, si el folículo está intacto, poco haremos por una depilación permanente. Esta es la razón por la que no hay que usar ningún procedimiento que extraiga la raíz del pelo un tiempo antes de la sesión de láser. Si el pelo está al aire, lo usaremos de antena para llevar la energía al folículo. Dependiendo del grosor, usaremos un tiempo de disparo distinto a otro. El tiempo de disparo es, obviamente, la duración del haz de laser sobre el objetivo que nos hemos marcado. A más grueso el pelo, mayor tiempo de acción al láser. Así, igual que para hacer a la plancha un filete grueso tenemos que dejarlo más tiempo al fuego que uno fino, ante un pelo grueso habrá que dejar que el láser haga efecto durante más tiempo.
Y de esta manera, usando un láser con una longitud de onda afín a la melanina del pelo (diodo o Alejandrita), enfriando la piel para evitar alterar su tiempo de relajación térmica, en un pelo que está “al aire” para que nos lleve la energía al folículo, y haciendo que el efecto del láser actúa durante el tiempo deseado hacemos que nunca más tengamos pelo en zonas donde no lo queramos.
Dr. Juan Ruiz Alconero.
Médico de Corporación Capilar.