Cada persona tiene determinado en su código genético si padecerá calvicie en su edad adulta. La herencia tiene un gran peso, ya que si los padres tienen problemas de caída del cabello, es muy probable que los hijos también la sufran. Cuando la caída del pelo ya está en un estado muy avanzado, la única forma de recuperar el cabello en las zonas de calvicie es mediante un microinjerto capilar.
Antes de recomendar una cirugía de microinjerto, el médico debe considerar algunos factores en el paciente, que son decisivos para que la indicación de este tratamiento sea correcta. Son los siguientes:
– Tipo de alopecia.
– Sexo del paciente.
– Edad del paciente y evolución de la caída del cabello.
– Grado de calvicie del paciente.
– Extensión, densidad y elasticidad de la zona donante para el microinjerto.
– Color, densidad, textura, diámetro, etc del cabello.
– Extensión de la zona receptora.
– Tratamientos médicos e intervenciones quirúrgicas previas a las que se ha sometido el paciente.
– Enfermedades propias del cuero cabelludo.
– Trastornos en la cicatrización.
– Existencia de enfermedades sistémicas.
– Estudios prequirúrgicos de las intervenciones.
– Expectativas del paciente y perfil psicológico.
En el trasplante capilar se pueden obtener de la zona donante entre 3000 y 5000 cabellos. Se trasplanta todo el folículo, con la raíz incluida, debajo de la piel de la zona receptora. Los resultados de la cirugía se aprecian poco a poco, ya que el nuevo cabello empieza a crecer a partir de los 3 meses.
En el hombre, una de las causas de la calvicie es el exceso de hormonas masculinas. Sin embargo, la parte posterior y lateral de la cabeza nunca pierde el pelo, por programación genética. En los varones el pelo empieza a caerse en la zona frontal y superior de la cabeza, y en las mujeres, la alopecia es más difusa.